El infinito en la palma de la mano

Autor: Gioconda Belli- ficción

Adán y Eva. ¿Les suenan conocidos? Esta es la historia de una pareja: un hombre y una mujer (olviden aquí la mirada religiosa). Adán se sentía solo y quiso compañía. Llegó una mujer a llenar sus días, días plácidos, donde solo existían. Eva era curiosa y se sintió tentada a probar el fruto prohibido y obtener “el conocimiento”. Y lo probó. Y él también. Y los desterraron de su paraíso. Se sintieron muy desolados y perdidos. Imploraron perdón. Adán recriminó a Eva por su curiosidad, y aunque la amaba tal vez nunca se lo perdonó.

Pero en esa nueva vida también descubrieron el poder sus cuerpos, del deseo, del dolor. Se descubrieron el uno al otro de la forma más primitiva y hermosa porque se sintieron completos. Sintieron sed y hambre, hambre que las frutas no saciaban. Aprendieron a matar a otros seres para saciar su hambre, odiándose por hacerlo. Vieron como el cuerpo de Eva daba muchas señales extrañas que les hacían sentir mucho miedo. Su sangrado repentino e inexplicable con dolor. Meses más tarde náuseas y un cuerpo redondo y pesado donde sus senos se llenaron de un extraño líquido. Luego el dolor, el dolor más fuerte posible y el dolor de Adán de no poder hacer nada al respecto que creo que miles de hombres han sentido al ver a su mujer tener hijos, la impotencia de verla sufrir. El temperamento de Eva, intuitivo. El de Adán, cauteloso pero certero.

Vinieron los hijos, hijos que sí tenían ombligo, hijos a quien Eva les dio todo y que la hicieron sentir exhausta. A veces ella quería escapar y descansar. Pero también quería cuidarlos. Con los hijos vinieron nuevos designios divinos y dolorosos que no terminaban de entender. “La tristeza es como el humo, no te deja ver”, le dice Adán a Eva.

Que libro tan maravillosamente narrado, Adán y Eva tan humanos como nunca los había percibido. Que descripciones tan hermosas de su descubrimiento del mundo. De sus cuerpos, de sus sentidos. Que grande esta escritora nicaragüense.

Editorial Seix Barral