El amor por los libros no cae del cielo

Si creen que los amantes de la lectura son unos humanos con una configuración particular quizás estén equivocados. El amor por los libros no cae del cielo, tiene momentos de pasión pero también de bloqueo, de odios y amores y de aprender a fluir con esto. A ningún lector le gusta todo lo que lee y la mayoría es más afín a unos estilos o temas que a otros. A mi por ejemplo me cuesta muchísimo leer ciencia ficción y me alejo de este tema todo lo que puedo.
Pero el gusto por la lectura se construye libro a libro, como si fueran ladrillos que terminarán edificando nuestro camino lector, y la infancia es una época particularmente importante en este proceso donde los padres y educadores juegan un rol fundamental. Los niños necesitan que los adultos les presenten los libros, necesitan tener acceso a ellos bien sea en su casa o en una biblioteca y ver cómo se usan, necesitan construir una relación con estos objetos más cerca del deleite y la magia que de la obligación.
Necesitan poder tocarlos y entender que con las palabras allí escritas se abren miles de mundos posibles. Cuando un adulto cuenta una historia y comienza a pronunciar sus letras, podemos viajar a tierras lejanas y conocer personajes fantásticos, perros o ballenas que hablan, sirenas, niños de otras culturas vestidos con ropa diferente a la nuestra a quienes tampoco les gusta la clase de matemáticas pero a quienes también les gusta contar estrellas en las noches despejadas ¿qué más mágico que eso?.
Leerse en los otros
Los libros sirven para jugar, imaginar y estimular los sentidos o encontrarse a si mismos en las historias de otros.
- El miedo es algo real y en un libro podemos aprender cómo enfrentarnos a un monstruo. “Donde viven los monstruos” es un clásico ejemplo pero hay muchos más donde encontramos lobos, “Un lobo así de grande”, y también están presentes miedos como el temor a la oscuridad o a ir a un colegio nuevo. De todos estos temas hay historias que pueden acompañar a un niño o ayudarlo a comprender lo que sienten sus amigos y aquí enseñamos empatía.
- La muerte existe y acecha pero quizás la historia del hilo invisible haga menos doloroso este proceso. Y quizás logre reconfortar a alguien como hace mi hija conmigo cada vez que se me arruga el corazón porque extraño entrañablemente a mi papá y ella me dice: “mamá, tranquila, recuerda el hilo invisible”.
- Las peleas también suceden y podemos solucionar los conflictos respirando profundo, sacando la ira de nuestro cuerpo y dándonos una vuelta en bici como sugiere el libro con casi el mismo nombre.
- Algunos padres se separan pero tal vez la historia de Luna y su visita a la biblioteca con papá nos reconforte.
- Todos somos diferentes y a lo mejor conocer a Wonder nos de tranquilidad y nos veamos en uno de sus amigos o en él.
- Sentirse solo es normal y encontrar a un buen amigo puede llenar nuestro corazón como sucede en Pérdido y encontrado de Oliver Jeffers.
- Juzgamos muy fácilmente a los demás, pero en ocasiones las apariencias engañan, de eso que nos habla “cómo esconder a tu león”.
Mi experiencia
Enseñarle a mi hija a amar la lectura ha sido un camino de mucha dedicación, constancia, ejemplo y amor. Y no, no ha caído del cielo. No es darle un libro y ya.
Ha implicado jugar con estos objetos y no siempre “leerlos” sino por ejemplo hacer torres o ponérselos en la cabeza de sombrero. Por mi parte he entendido que ella a veces no quiere leer y esto puede suceder por un día o por muchos y debo respetarlo si no quiero morir en el intento.
Hemos visitado librerías y me he dejado regañar cuando ella toca más de la cuenta (existen librerías más amigables con los niños que otras pero ella también debe saber que si un libro no es suyo debe tratarlo con aun más cuidado). Nos hemos acostumbrado a regalar libros cuando algún amigo cumple años, he tenido que leer libros sobre insectos y serpientes (que no me gustan y eso le fascina a ella, verme torcer la cara ) y este fin de semana aprendimos a hacer origami gracias a un libro de papiroflexia.
Y, ha implicado que ella vea a un adulto que lee y disfruta hacerlo.
Podría hablar de esto por horas, creo que es mi tema favorito pero solo quiero dejarles algo: al enseñar a un niño a querer la lectura le estamos asegurando que nunca estará solo.