Problemas de lectores
La relación de un lector con los libros puede llegar a ser muy especial y problemática. He creado un listado de problemas de los lectores, dime de cuántos padeces.
- Exceso de optimismo
Para mis últimas vacaciones -de una semana de duración- empaqué tres libros que sumaban unas 768 páginas y de los cuales por mucho leí 50 páginas, todas durante el vuelo de regreso. Llenaron gran parte de los 10 kilos permitidos del equipaje (ya saben que viajar con equipaje está muy caro por estos días).
Repitan después de mi: las vacaciones con hijos pequeños no son vacaciones de lectura – es algo que yo, con mis seis años de experiencia en maternidad ya debería saber-. Son: vacaciones para ir a comer helado, jugar juntos, caminar y hacer siestas todos al tiempo , básicamente lo que sea menos leer. ¿Entonces por qué empaqué tantos libros? ¿A qué se debe este exceso de optimismo?
Muy simple, es un fenómeno que se presenta con frecuencia entre lectores asiduos y lo denomino: miedo a quedarse sin material de lectura. Consiste en siempre sobreestimar nuestra propia disponibilidad porque nos aterra pensar que haya un momento para leer y haberlo desperdiciado por falta de libro. Dicho fenómeno comunmente se asocia con con otro llamado “tener más ganas que tiempo para leer”. ¿Lo padeces?
2. Ser interrumpido siempre en la parte más emocionante de un libro
El siguiente problema del que quiero hablar tiene que ver con la convivencia con nuestros seres queridos a quienes tanto amamos pero quienes tienen el don de interrumpirnos cuando estamos leyendo.
Leer es estar ocupado, aunque no parezca, al leer estás sumergido en una historia -no solo pasando los ojos por letras al azar. Y a los lectores cada que vez que nos interrumpen nos toca retomar el hilo de nuestra historia, lo cual no es grave si el libro esta aburrido, pero si está bueno y en su mejor momento sudamos frío, ponemos una sonrisa suave de cordialidad y evitamos hacer preguntas a nuestro interlocutor para que la conversación no se extienda más. Invito a todos nuestros seres queridos a compadecerse de nosotros y al menos llevarnos un cariñito si es que van a interrumpirnos sin piedad.
3. Antojarse de ediciones divinas y carísimas
Existen un par de editoriales como Impedimenta , Acantilado, Edhasa y Siruela, cuyas bellísimas ediciones llegan carísimas a esta esquina del mundo. En la pasada Feria del libro de Bogotá me compré dos de Impedimenta (Yo, Titubá y Tienes que mirar) y no me arrepiento pero sentí miedo, ¿qué tal hacer semejante inversión y que salgan bien flojos? Y bueno, están los libros ilustrados por los cuales tengo especial debilidad, sobre todo los que son sobre plantas… Dime que esto no me pasa solo a mi.
4. Leer un libro y querer otros tres
Por ejemplo me pasó cuando leí El Matrimonio de los peces rojos de Guadalupe Nettel (una historia de relatos cortos que me fascinó) entonces quise leer más de ella y llegué a Después del invierno, El Cuerpo en que nací y La hija única. Lo mismo me pasó con Marysé Condé y Corazón que rié, corazón que llora. O cuando leí a Benito Taibo y vi que sacó Corazonadas. O con Circe y la Canción de Aquiles (que no es tan bueno), o con Stefen Zweig. Es algo así como que mientras más lees, más quieres leer.
5. Pensar que toda inversión en un libro vale la pena
Lo siento. A veces no es así. Por suerte los libros pueden pasar por muchos lectores y quizás para alguno si valga la pena. Por eso creo que es importante rotar los libros, venderlos, prestarlos, regalarlos, intercambiarlos. Si no les gustó: sáquenlo. Ahora bien, con el tiempo aprendemos a informarnos un poco más antes de comprar libros y sucumbir menos ante el deseo y eso nos ahorrará un buen presupuesto en libros regulares.
6. Llegar a una casa ajena y desviar los ojos hacia la biblioteca
Al visitar una casa que tiene una biblioteca a la vista, la mirada de un lector se sentirá atraida hacia ella. Si el tiempo y la confianza lo permiten irá a dar una mirada y comentará sobre dichos libros ¿te gustó este? ¿dónde lo conseguiste? ¿Conoces tal otro de este mismo autor? También pasa con los libros que están por ahí rondando en la sala: saber que está leyendo el otro es como entrar en su interior, dice mucho. Díganme que no soy la única a quien esto le pasa.
7. Querer entrar a cuanta librería ves
Y esas pequeñitas, acogedoras, selectivas, donde el librero realmente sabe de libros son las mejores ¿o no?. Un lector no aguantará las ganas de entrar a una, se mentirá a si mismo diciendo que serán solo cinco minutos y podrá terminar por horas perdido en historias soñadas y nuevos descubrimientos.
Y aquí les dejo otros cuantos problemas que se me vienen a la cabeza, pero me encantaría que me ayudaran a completar la lista:
- No acordarse de muchos detalles de los libros pero si de la sensación que nos dejó
- Querer hablar con alguien que haya leído el mismo libro para comentar
- Tener torrecitas de libros en la mesa de noche
- Querer hablar con alguien que haya leído el mismo libro para comentar
- Pedir libros de cumpleaños, navidad y cuanta ocasión se presente
- Enloquecer en la sección de libro infantiles
- Sentir inmenso placer de quedarse solo con tiempo disponible para leer
¿Cuantos de estos problemas tienes?